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martes, 5 de diciembre de 2023

Inicio del envero de la uva, cuando se produce el ablandamiento de la ba...

Brote con crecimiento detenido en equilibrio - vides en equilibrio veget...

Aplicación de botryticidas durante el cierre de racimo - tratamientos fi...

Vid: desequilibrio fisiológico en maduración - crecimiento de baya o env...

Tratamientos para vid, luego de tormentas de granizo

Los tratamientos químicos, luego de una tormenta de granizo apuntan a desinfectar y cicatrizar heridas.


Cuando una tormenta de granizo ocurre, si no hubo pérdida total , muchas bayas quedan lesionadas. Luego de envero y hasta cosecha, estas lesiones representan un ingreso para agentes causales de pudriciones.


En general, se trata de pudriciones secundarias; sin embargo, de no realizar un tratamiento fitosanitario, se podría desencadenar un proceso de pudrición grave.

Hay que tener presente la fecha de cosecha estimada y destino de la producción, ya que muchas alternativas químicas no podrán ser empleadas, por no cumplirse sus tiempos de carencia. Hay productos desinfectantes de baja carencia que, aplicados con celeridad, impiden el inicio de podredumbres. Ya existiendo evidencia de pudriciones es necesario el tratamiento químico. En este caso, también existen recetas secantes con espolvoreo, las que emplean productos con bajo tiempo de carencia.


Las alternativas no químicas se centran en adelantar y/o acelerar la cosecha, lo que no sería posible si las uvas no tienen contenido suficiente de azúcar. Por otra parte, algunas de las hojas fueron lesionadas y el proceso de maduración se demorará más de lo común.

¿Es conveniente hacer una poda en verde?: no lo es, en cuanto a la producción del siguiente ciclo, ya que la planta tendrá tiempo para recuperar su follaje, generar reservas y producir yemas frutales.

No lo dude, si sus plantaciones sufrieron una tormenta de granizo y no hubo pérdida total, haga un control fitosanitario conveniente.

Más información:




Hairline o cracking en uva de mesa


Figura 1. Hairline en uva de mesa. Fuente: Sciencedirect.

La diferenciación del sistema dérmico tiene lugar en todas las etapas del crecimiento del fruto (Considine y Knox, 1979). Después de la etapa II las células se diferencian nuevamente, adelgazando, hidratando y aumentando la plasticidad de sus paredes para el nuevo crecimiento en expansión. Cerca de la madurez, las paredes de las zona externa se engrosan un poco, mientras que las células del mesocarpio, directamente bajo la epidermis, sufren dilución (Gil, 200).

Las hojas y los frutos de las plantas superiores están cubiertas por una cutícula que separa los tejidos de la planta del medio exterior (Casado y Heredia, 1994). Su función es actuar como una barrera de protección contra hongos, reducir la pérdida de agua por evaporación y contribuir con el control de intercambio gaseoso (Audran, Brunet y Commenil, 1997).

Ohta et al, 1997, afirma que la partidura o cracking es producida cuando la tasa de crecimiento de la pulpa es mayor que la tasa de expansión de la cutícula y las partiduras ocurren cuando se excede el límite elástico como consecuencia de una alta presión interna, especialmente durante los períodos de rápido crecimiento de la fruta.

El rajado de la fruta es común en uvas de mesa y el daño se produce durante la elongación celular en estadio III (envero), coincidiendo con altas presiones hidrostáticas internas. Puede ser promovido por prácticas de irrigación, lluvias o durante el proceso de almacenamiento (Zoffoli, Latorre y Naranjo, 2007).

La extensibilidad de la piel es constante durante el período de crecimiento I y II. El crecimiento se incrementa a inicio del período III y cesa al final de este período.

La partidura de bayas es un daño físico que consiste en una ruptura de la cutícula de la baya en la epidermis e hipodermnis. La ruptura puede ser longitudinal o circular y presentarse a los largo de la baya o en la zona cercana al pedicelo. Se produce por un aumento de la presión de turgencia del fruto y la incapacidad de la célula de soportar dicho aumento. La partidura puede ocurrir entre pinta y cosecha como en post cosecha (Perez, 1999).

 El problema es más importante en variedades de cutícula delgada y bajo condiciones de alta humedad como con rocío o lluvia. En la Variedad de Thompson Sedles, es frecuente la aparición de una partidura cercana al pedicelo, llamada media luna (Harvey, 2000).

En zonas bajo riego las plantas están sometidas a frecuentes estrés hídrico que afectan procesos fisiológicos relacionados con la presión osmótica, turgencia y elasticidad de la pared celular (Pataks y Noisanks, 1998). Cuando existe presión de turgencia, hay expansión celular. Del mismo modo, cuando disminuye el potencial hídrico en el suelo, cae la presión de turgencia y hay una contracción del volumen de la baya. Si este ciclo de contracción y expansión de volumen ocurre de modo reiterado, se generan pequeñas lesiones a nivel de la piel que dan origen al llamado cracking que, en uvas de mesa durante la poscosecha, genera otro tipo de inconvenientes como podredumbres (Cirami, et al, 1998).

Es sabido que el contenido de humedad de las bayas produce cambios en su diámetro ecuatorial. Los potenciales hídricos de las plantas se modifican durante el día y la noche, por efectos de la temperatura, por variaciones en la tasa evapotranspiratoria y por modificaciones en los contenidos de humedad del suelo. Estos cambios, en el potencial hídrico celular,  son los que producen variaciones en el diámetro de las bayas (Creasy, 1997).

Las causas más comunes de hairline y cracking son humedad libre sobre la piel de la baya, condensación del racimo durante la post cosecha, variaciones de humedad en el perfil del suelo y desórdenes de crecimiento. Lluvias frecuentes cerca de cosecha, climas húmedos y deficiencia de calcio, contribuyen con estos tipos de daño (Longo, 1991).

Se demostró que una presión de turgencia de 15 atm es suficiente para producir rajado en variedades sensibles y 40 atm para variedades resistentes (Zoffoli, Latorre y Naranjo, 2007). Normalmente el daño aparece cercano al pedicelo de la baya.

La lluvia es el principal factor que genera este problema. Esta incrementa la presión de turgencia por el agua que haciende desde las raíces (Sekse, 1998).

Clorosis férrica en vid, síntoma común en suelos pesados y con anoxia o ...

viernes, 24 de noviembre de 2023

Clorosis férrica… ¿falta de hierro o problemas de suelo?



Es muy común, en esta época, observar clorosis férrica.
En un diagnóstico visual, se observa una hoja con un amarillamiento entre las nervaduras, manteniendo las nervaduras verdes.

Se observa en hojas apicales o nuevas, ya que se trata de un nutriente poco móvil en la planta.

La deficiencia está principalmente relacionada con las condiciones de suelo que limitan la asimilación del hierro por las raíces.



Estas condiciones se encuentran usualmente en suelos con altos contenidos en fosfatos o en calcáreos.

Suelos pesados, escasamente drenados y  fríos, están más expuestos al déficit.

Las deficiencias son encontradas, generalmente, durante períodos fríos y húmedos en el transcurso de la primavera.

También Exceso de agua de riego.

Todo lo mencionado dificulta los procesos activos (con gasto de energía) de absorción de nutrientes.



Para tener en cuenta: en suelos alcalinos (normal para San Juan), queda fuertemente retenido o inmovilizado, sin poder pasar a solución (Fe2+).




Peronóspora... ¿qué pasa luego de una lluvia?

Enfermedades de la vid


Labores en verde y preparación de uva de mesa: Superior Seedless

Uva de mesa: manejo en verde y anillado




Operaciones en verde

Desbrote

Como su nombre lo indica, el desbrote consiste en la eliminación de todos los brotes mal ubicados, en especial aquellos situados en la cruz, el tronco y los brazos, y siempre que no se prevea su futura utilización (renuevos). De esta manera, se excluyen todos los brotes que es­tán en posiciones indeseables, debiendo considerárselos superfluos y competidores de aquellos que verdaderamente interesan.

La aparición de un gran número de chu­pones que tienen un crecimiento vigoroso es generalmente signo de mal aprovechamiento de la capacidad de la cepa para producir fruto o, en otras palabras, que la poda es incorrecta. Bastará hacer una poda más rica (mayor número de yemas) para corregir esta situación.

Regla práctica:

Eliminar brotes dobles (dejar sólo uno, el que tenga racimos o los mejores racimos) y brotes ciegos. También se elimina el brote de la punta cuando no tiene uva, además de los chupones mal ubicados.

Despunte o pellizco del brote

En esta operación se elimina la porción terminal del brote, cortando con los dedos los últimos 10 a 15 centímetros. El momento de efectuarla coincide con plena floración. El objetivo de la práctica es procurar el mejoramiento del cuaje en aquellas variedades que naturalmente producen corrimiento como Moscatel Rosado, Alfonso Lavallee y Cardinal. La detención del crecimiento del brote, que es temporal, determina una mayor concentración de alimen­tos en la zona de los racimos y la consecución del propósito perseguido. Se aconseja en variedades de cuaje irre­gular o cuando las condiciones climáticas du­rante la floración no son las adecuadas (tiem­po lluvioso y frío).

Raleo

El raleo es una práctica que consiste en la supresión de una cierta cantidad de racimos antes de la floración, o después del cuaje, como también de granos o grupos de gra­nos (a esta práctica se la suele denominar poda del racimo), con el objeto de mejorar la calidad de las uvas. La finalidad es obtener uvas de mesa de racimos y granos más grandes, de gran uni­formidad en tamaño e intensidad de color. También se pretende, y se logra, un ade­lanto en la madurez y una distribución ar­mónica de los granos.

Raleo de racimos

Contempla la eliminación de racimos después que se ha formado el grano. El criterio que se debe respetar, como regla general, es dejar un racimo por brote. Esta práctica no incide en el cuaje pero sí en el largo y peso del racimo, volumen y peso del grano, intensidad y uniformidad en la coloración de los granos a madurez y en un adelanto de la maduración. 25 a 35 racimos por planta es una cantidad correcta para lograr máxima calidad en cuanto a calibre, precocidad y color, entre otros.

Raleo de granos, o poda del racimo


El objetivo de esta práctica es dejar un racimo suelto, con movilidad. Se lo efectúa en la mayoría de las variedades de mesa, en especial en aquellas con tendencia a producir racimos demasiado compactos; cuando por la acción del raleo de racimos, la incisión anular y el uso de los reguladores de crecimiento, hay una marcada tendencia a la producción de racimos apretados. Consiste en eliminar bayas de la parte interna del racimo próximas al raquis, o algunas laterales de las ramificaciones. El efecto buscado es lograr el máximo tamaño de los granos, sin que se produzca la compresión entre ellos. Tampoco el efecto contrario; es decir, que se vean los racimos demasiado paludos.

Entre las técnicas más usadas se nombran: espina de pescado y cintura o 3-4-3. En el primer caso, con dos dedos y sosteniendo el racimo desde el extremo final, se eliminan todas las alas que tocan los dedos en un recorrido ascendente. Se aplica en Superior Seedless, Flame Seedless, Thompson Seedless y Crimpson Seedless. De esta forma, por ejemplo, en Superior Seedless, un racimo de 150 a 170 bayas queda con 90-100 bayas que, a razón de 5 g/baya, logra un peso promedio de 450 g - 500 g. Para el mismo efecto, es más simple hacer espina de pescado, eliminando todas las alas que tocan los dedos índice y pulgar en una pasada desde abajo hacia arriba (se desgajan alas de dos caras del raquis).


En el caso de cintura o 3-4-3 se dejan las tres primeras alas, se eliminan las 4 siguientes y se dejan las tres del final del racimo. 


En Red Globe, suelen eliminarse las dos primeras alas y se dejan las cinco o seis siguientes. En otro caso, se dejan las cuatro o cinco alas superiores eliminando el resto. Todo esto dependerá de la forma general de los racimos. Así, una Red Globe con 100-120 bayas (10 g/baya) quedaría con 70-80 bayas para un racimo final de alrededor de 700 g. Realizar el conteo de bayas resulta útil para controlar la labor y garantizar un posterior incremento en el tamaño de las bayas. Este trabajo se complementa con el descole.


Regla práctica: en variedades de bayas medianas se dejan de 90 a 100 bayas/racimo; en variedades de bayas grandes se dejan de 70 a 80 bayas/racimo.



Descole o despunte del racimo:

La regla general de corte es la que está determinada por la longitud de una tijera desde el pedúnculo (se elimina entre el 10 y el 30% de la longitud total del racimo, dependiendo de la variedad). Se asegura una mejor apariencia.

 

Regla práctica: regular la longitud del racimo según el tamaño de la tijera de mano.

Incisión anular

La práctica denominada incisión anular o anillado consiste en la eliminación de un anillo de corteza, que puede efectuarse tanto en el tronco, en los brazos o cargadores, como también en el brote herbáceo.

Efectos de la incisión

La extracción del anillo de corteza, a cualquier nivel, produce la interrupción del descenso de sustancias alimenticias elaboradas por las hojas. Como consecuencia, aumenta la concentración de hidratos de carbono (azúcares), en el área por encima de la incisión. Esta sobrealimentación forzada produce, según la época, un efecto distinto. Esta práctica produce debilitamiento de las cepas.

Para mejorar el cuaje: efectuada durante la floración, la incisión anular produce un incremento en el número de granos cuajados, especialmente en variedades sin semilla.

Para aumentar el tamaño de los granos realizada después del cuaje, cuando el grano está en período de rápido crecimiento, produce en variedades sin semilla aumentos de tamaño del orden del 30% al 40%. En variedades con semilla, el efecto es mucho menos intenso y el resultado de su utilización es dudoso; por lo tanto, no es aconsejable.

Para adelantar la maduración: cuando la incisión anular se practica antes de comenzar el envero, se logra un significativo adelanto en la maduración, un aumento del volumen de los granos y una gran uniformidad en la coloración. En San Juan, cuando esta labor se efectúa entre el 25 de noviembre y el 10 de diciembre, se logran cerca de 10 días de precocidad.




Semillón: crecimiento detenido en grano pimienta - plantas bajo signos d...

jueves, 29 de junio de 2023

Mantenimiento de equipos de riego por goteo


Mantenimiento de equipos de fertirrigación[1]

Parte del éxito en el funcionamiento de un equipo de riego por goteo consiste en tenerlo en condiciones óptimas de operación en todo momento, lo que se consigue a través de una revisión e inspección permanente. Cualquier interrupción del plan de riego puede tener efectos lamentables para las plantas al producirse un déficit hídrico al romperse el bulbo húmedo.
La economía del sistema está relacionada con su mantenimiento. Los sistemas de filtración tienen una vida útil de 10 a 15 años; la tubería enterrada de PVC de 30 años y la tubería de polietileno de 10 años. En general, los mayores problemas se relacionan con las mangueras de riego, los goteros y los microaspersores.
Cualquier sistema de riego por goteo funcionará mal si no se lo mantiene limpio, aumentando su gasto energético. En este texto se abordará a) el mantenimiento de los equipos de riego en general y b) la corrección de obturaciones en el sistema.

Mantenimiento general de los equipos de riego

Los sistemas de fertirrigación deben ser inspeccionados periódicamente para detectar el taponamiento de emisores, pérdidas o roturas en las tuberías. Un programa de mantenimiento debe considerar: bombas, filtros, inyectores, válvulas, goteros, laterales y tuberías. Una forma de evaluar el funcionamiento del equipo es a través de la lectura del medidor volumétrico. Si este indica una variación menor al 10% es probable que existan goteros tapados. Por otro lado, si la variación es superior al 10% pueden existir roturas en la tubería.
Los equipos de riego se deben inspeccionar una vez al año, durante el otoño-invierno; comenzando por la observación de los finales de los laterales y los emisores. Así se pueden observar colores blancos (precipitación de carbonatos), marrones (presencia de hierro) y negros (obturaciones por microorganismos).
               
Tratamientos preventivos
Motores y bombas

Los equipos necesitan de una bomba para operar. En las de motores eléctricos hay que vigilar su temperatura, durante el funcionamiento, y ruidos anormales. Todos los años se deben revisar los rodetes y rodamientos. El mantenimiento de bombas incluye su lubricación, según las recomendaciones del fabricante. 

Filtros

Dentro del cabezal están los filtros. Estos deben ser desmontados al final de la temporada y observar el desgaste de sus paredes interiores y aplicar una pintura antióxido. También se deben inspeccionar los colectores de los filtros de arena y si están cristalizados hay que reemplazarlos. Es importante revisar la arena y cambiarla cuando los cantos están redondeados.
Con mayor frecuencia hay que observar los manómetros ubicados antes y después de los filtros. Una diferencia de presión normal es de 1 a 3 m, en filtros de grava. El aumento en la diferencia de presión indica taponamientos y cuando la diferencia sobrepasa los 6 m hay que hacer un retrolavado. En algunos casos, después del retrolavado, el manómetro[2] no aumenta su lectura; sin embargo, la diferencia de presión no disminuye, lo que indica una obturación severa y se debe cambiar la arena y realizar sucesivos retrolavados. Los filtros de mallas también deben ser limpiados y, si se les encuentra arena en estos[3], es posible que el colector esté roto.

Equipos inyectores

La erosión que causan los productos químicos que se aplican mediante los estanques inyectores a presión (en by-pass), hace necesario lavarlos al final de la temporada y, si están oxidados, se deben raspar y revestir con una pintura epóxica. Las bombas inyectoras con motor hidráulico requieren de un mantenimiento especial, debido a que están compuestas por muchas piezas móviles.  Por el contrario, las bombas inyectoras con motor eléctrico son más fáciles de mantener.

Válvulas

Los orificios y membranas de las válvulas solenoides e hidráulicas se deben limpiar frecuentemente, sobre todo si no traen protección, ya que fallan al tercer año.

Limpieza de goteros, laterales y tubería de riego

Los emisores deben ser revisados de forma permanente. En las tuberías de PVC, laterales y goteros se deposita carbonato de calcio y partículas pequeñas que atraviesan que producen obturaciones. La mejor manera de evitarlas es mediante la prevención. En la mayoría de los casos el problema se descubre cuando la obturación es grave, resultando más cara la limpieza de emisores y conductores. Las obturaciones físicas se pueden evitar con una adecuada selección de los elementos de filtrado; sin embargo, es muy frecuente que exista depósito de partículas en los emisores. Estos se limpian haciendo flushing; es decir con presiones de 3 a 4 kg/cm2 (30 a 40 m).
El lavado comienza en el cabezal y en la cañería de conducción principal, manteniendo cerradas las válvulas de las unidades de riego. Para esto se emplean tapones roscados que se colocan en los extremos de las tuberías. Una vez limpia la conducción principal, se repite el procedimiento en todas las cañerías laterales para que el agua fluya por los emisores. Como precaución, antes de cerrar el extremo de la tubería que se está limpiando, se debe abrir parcialmente el extremo de la tubería del siguiente sector, evitando sobrecargas en la red.
El lateral que contiene a los goteros se lava periódicamente, para lo que se le extrae el final de línea (8) y se deja que se purgue la tubería, eliminando sedimentos y restos de material extraño. En este momento es de suma importancia la inspección visual para determinar cómo está funcionando el sistema de filtrado. Pese exista un buen sistema de filtrado, siempre habrá cierta cantidad de sedimentos al final del lateral, de las líneas primarias y secundarias. También se determina la presencia de sustancias mucilaginosas que obliguen a realizar tratamientos químicos.
La frecuencia y el tiempo de duración de la purga de los laterales dependerán de la calidad del agua, frecuencia de irrigación y lámina que se entrega. Por ello es factible que se sugiera purgar, en algunos casos,  una vez al año y; en otros, una vez al mes. Este procedimiento, en general, se recomienda cada seis meses.

Prevención y corrección de obturaciones

Un taponamiento puede producirse por:
a) partículas que ingresan al sistema a través de la fuente de agua
b) partículas ocasionadas por transformaciones químicas
c) crecimiento biológico, una vez que ingresó el agua al sistema

Cuando el agua es de pozo pasa directamente a la red de riego y es normal que contenga partículas como limos y/o arena. Por otra parte, si las tuberías son de hierro se desprenden partículas de óxido. Si el agua está en un reservorio y/o atraviesa un depósito abierto se desarrollan algas que pueden pasar por los filtros, favoreciendo el desarrollo de bacterias en las tuberías y emisores (también causan taponamientos).
De este modo, las partículas que ingresan al sistema lo hacen a través de la fuente de agua. El agua subterránea aporta partículas minerales, especialmente arena y limo; en cambio, las aguas superficiales pueden contener todo tipo de partículas. La prevención contra las obturaciones comprende medidas preventivas relacionadas con el filtrado y el tratamiento del agua. Luego de que se produjo la obturación se debe hacer tratamiento del agua y/o aplicar alta presión con agua o aire.

Principales problemas y soluciones
Tratamiento químico del agua de riego

El tratamiento químico del agua de riego es parte del mantenimiento del sistema. Sales como carbonato de calcio y bicarbonatos se las trata con ácido sulfúrico. Este se lo suele combinar con con ácido clorhídrico, incorporándolo mediante inyección continua o en forma intermitente. De esta forma se logra reducir el pH a valores inferiores a 7,5; evitando precipitados.
               
Desarrollo de algas en superficies libres de agua

Las algas y bacterias forman sustancias gelatinosas en las tuberías y contribuye con la formación de agregados de limo. Al igual que otros microorganismos el crecimiento de las algas es mínimo en invierno como consecuencia de las bajas temperaturas. Sin embargo, en la primavera, por varias razones estas comienzan su crecimiento y el que continúa hasta el verano. La presencia de algas en los reservorios hace que los filtros de arena se tapen con facilidad por lo que hay que hacer retrolavados frecuentes.

Obturaciones producidas por microorganismos en el interior de las instalaciones

El desarrollo de microorganismos en el interior de las tuberías es un proceso complejo. Aunque se realice un filtrado minucioso, igual se desarrollan algas y aumentará la presencia de microorganismos que acumulan en los filtros, tuberías y laterales, formando una masa gelatinosa (mucílago) que tapona los goteros. Concentraciones de hierro en el agua de riego de 0,09 a 2 mg/l son suficientes para que se produzcan depósitos de hidróxido férrico. Además, si el agua contiene más de 0,1 ppm de sulfuros totales, la acción de bacterias filamentosas genera azufre elemental insoluble que se deposita sobre este tipo de bacterias. Como consecuencia se forma una capa que obtura los conductos de los emisores. Una característica importante de estas bacterias es que necesitan 0,1 ppm de oxígeno en el agua para sobrevivir; por ende, si se evita la entrada de oxigeno se eliminan los precipitados sulfurosos, lo que implica un funcionamiento continuo del equipo. Bajar el pH del agua a valores de inferiores a 3,5 evita que las bacterias filamentosas proliferen.

Obturaciones de origen químico

Estas ya se mencionaron: carbonato de calcio, sulfuro de hierro y de manganeso y metales hidróxidos. También algunos fertilizantes que se agregan al agua de riego pueden crear sedimentos.

Tratamientos preventivos
Para la prevención de precipitados es esencial el filtrado del agua de riego y su tratamiento con ácidos y alguicidas. En todo punto en que se inyecte abono a la red de riego, debe situarse un filtro de malla antes. La primera fase de cada riego y la última debe realizarse sin el agregado fertilizantes, para evitar los precipitados que se formarían al dejar el agua con el abono evaporándose en los goteros en los períodos entre riegos y, antes de aplicar por primera vez un abono, hay que mezclarlo en un vaso con el agua de riego y observar si se forman precipitados. En el caso de que exista un cambio de color o turbidez, no hay que usar ese fertilizante en el equipo de fertirrigación. Todos los años se debe limpiar el equipo a presión y realizar los tratamientos preventivos.

Tratamientos químicos

Para conocer la gravedad de una obturación por precipitados de carbonato de calcio es necesario un análisis químico del agua de riego y según la calidad de agua y el nivel de precipitaciones existen dos tipos de soluciones:

Preventiva: aplicaciones de ácido permanente, cuando el problema es grave.
Correctiva: aplicaciones de ácido en algunas oportunidades, cuando el agua es de mejor calidad.

Control de algas en reservorios

Un tratamiento eficaz es la aplicación de sulfato de cobre en dosis entre 0,05 y 2 mg/l de agua a tratar. En reservorios se utilizan concentraciones entre 0,5 y 1,5 g/m3 de agua. El sulfato de cobre se puede colocar en sacos con flotadores anclados en el fondo del depósito o extenderlo sobre la superficie del agua. Este último no se debe aplicar cuando hay tuberías de aluminio. Otros alguicidas de alta eficiencia son los quelatos de cobre.
La siembra de peces herbívoros, como el Salmón Siberiano (Eichornia crassipes l.), da buenos resultados para el control de algas, colocando protecciones en las cercanías de la toma de agua. Sin embargo, si se usan peces no se deben hacer tratamientos con sulfato de cobre.

 Control de algas en el sistema de riego

La clorinación es el tratamiento más efectivo para el control de bacterias. Cuando se agrega cloro al agua de riego parte de este se combina con la materia orgánica y el resto, llamado cloro libre, actúa como biosida. El cloro gaseoso y el hipoclorito de sodio se hidrolizan en el agua transformándose en ácido hipocloroso que es un agente oxidante actuando sobre el control de microorganismos. El clorhídrico es un ácido débil y es de menor efectividad por lo que se usa en dosis mayores. Para que ocurra la muerte de los microorganismos es necesario un tiempo de contacto mínimo de 30 minutos. El cloro debe ser introducido en el sistema antes del filtro de malla o de anillas. Antes de llenar cualquier tanque hay que asegurarse de que está limpio de cualquier residuo de fertilizante ya que puede ocasionar una reacción térmica perjudicial. Una excepción a este riesgo es cuando se ponen en contacto cloro y fertilizante dentro del agua de riego al realizar la inyección dentro del sistema de riego.
               
Se aplica bajo tres formas:
1         método continuo: a muy baja concentración. Es el más recomendado.
2         método intermitente: a alta concentración.
3         método del shock: con concentraciones muy elevadas (> 50 ppm).

La concentración de cloro, en la solución, decrece en el tiempo y cuanto más alejado se encuentre del punto de inyección. La concentración más baja se encontrará siempre en el sector más  alejado del punto de inyección.

Para lograr una concentración efectiva de cloro activo en el punto más alejado se recomiendan las siguientes concentraciones:

Objetivo de la clorinación
Método de aplicación
Concentración requerida (ppm)
  cabecera del sistema 
final sistema
prevenir sedimentación
clorinación continúa
3-5
0,5-1
clorinación intermitente   
10
1-2
limpiar el sistema
clorinación continúa
5-10
1-2
clorinación intermitente   
15-50
4-5

Si el objetivo de la clorinación es mejorar el rendimiento del filtrado, el punto de inyección se debe encontrar próximo al sistema de filtrado para asegurar una distribución uniforme. La concentración de cloro aguas abajo de la batería de filtrado debe ser superior a 1-2 ppm, cuando es por clorinación continua y tres veces mayor cuando es clorinación intermitente. Para una adecuada clorinación intermitente se debe seguir el siguiente procedimiento: a) comenzar el lavando del sistema y b) hace la inyección, preferentemente al comienzo del ciclo, c) el tiempo de contacto de ser superior a 30 min y d) para el lavado, al finalizar el proceso, se abre al final de la línea hasta que se salga agua sin cloro durante 1 h.

Hay que calcular el agregado de 10 l de hipoclorito por cada 100 m3/h y durante un tiempo de inyección de unas 4 h, dejando reposar 1 día. Esto se realiza para cada secuencia o turnado de riego. Cuando se realizan tratamientos preventivos con cloro debe lograrse una concentración 0,5 a 1 ppm de cloro libre a la salida del emisor más alejado, durante 45 min para garantizar su correcto accionar.

Control mediante tratamientos con ácidos

Para un menor costo se sugiere transportar el ácido concentrado empleando ácido clorhídrico, nítrico y sulfúrico. El ácido fosfórico, cuando es aplicado como un fertilizante a través del sistema de riego, actúa también como un método preventivo contra la formación de precipitados. Los tubos de PVC y los de polietileno son resistentes a los ácidos; mientras que el aluminio, el acero y el asbesto-cemento son dañados por corrosión. En todos los casos, luego de realizar un tratamiento con ácido, se debe continuar erogando agua hasta eliminarlo del sistema (1 h).


Aplicación de ácido a través de una bomba fertirrigación

El objetivo del tratamiento con ácido es de bajar el pH en el agua de riego a valores entre 2 a 3 durante un corto periodo de tiempo (12 a 15 min). Para ello se deben seguir las siguientes instrucciones:

1. Limpiar los filtros.
2. Purgar el sistema con agua limpia de la siguiente forma: primero la tubería principal, luego la de distribución y por último los laterales con los emisores. Se debe utilizar la mayor presión posible. Desactivar el regulador de presión y purgar los laterales de a uno por vez.
3. Combinar el caudal de agua dentro del sistema con la cantidad de ácido que será inyectado, mediante la bomba fertilizadora.
4. Calcular la cantidad requerida de ácido que será inyectado dentro del sistema para una concentración 0,06% en el agua de riego. En forma práctica se agrega 0,6 l de ácido por metro cúbico de agua y/o en dosis de ataque 1 l/m3 agua.
5. Inyectar el ácido en el sistema manteniéndolo durante 15 min desde que el sistema alcanzó su máxima presión de operación.

Los ácidos que se inyectan a una concentración del 0,6% son: ácido nítrico al 60%; ácido fosfórico al 85%; ácido sulfúrico al 65% y ácido hidroclorhídrico al 33 – 35%. Los ácidos más económicos son el ácido sulfúrico (ácido para baterías) y el ácido hidroclorhídrico (ácido para piletas de natación).



[1] INTA; Programa de Servicios Sociales Agropecuarios y Departamento de Hidráulica.
[2] Ubicado a la salida de los filtros.
[3] En este caso provendría del filtro de grava.