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martes, 5 de diciembre de 2023

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Tratamientos para vid, luego de tormentas de granizo

Los tratamientos químicos, luego de una tormenta de granizo apuntan a desinfectar y cicatrizar heridas.


Cuando una tormenta de granizo ocurre, si no hubo pérdida total , muchas bayas quedan lesionadas. Luego de envero y hasta cosecha, estas lesiones representan un ingreso para agentes causales de pudriciones.


En general, se trata de pudriciones secundarias; sin embargo, de no realizar un tratamiento fitosanitario, se podría desencadenar un proceso de pudrición grave.

Hay que tener presente la fecha de cosecha estimada y destino de la producción, ya que muchas alternativas químicas no podrán ser empleadas, por no cumplirse sus tiempos de carencia. Hay productos desinfectantes de baja carencia que, aplicados con celeridad, impiden el inicio de podredumbres. Ya existiendo evidencia de pudriciones es necesario el tratamiento químico. En este caso, también existen recetas secantes con espolvoreo, las que emplean productos con bajo tiempo de carencia.


Las alternativas no químicas se centran en adelantar y/o acelerar la cosecha, lo que no sería posible si las uvas no tienen contenido suficiente de azúcar. Por otra parte, algunas de las hojas fueron lesionadas y el proceso de maduración se demorará más de lo común.

¿Es conveniente hacer una poda en verde?: no lo es, en cuanto a la producción del siguiente ciclo, ya que la planta tendrá tiempo para recuperar su follaje, generar reservas y producir yemas frutales.

No lo dude, si sus plantaciones sufrieron una tormenta de granizo y no hubo pérdida total, haga un control fitosanitario conveniente.

Más información:




Hairline o cracking en uva de mesa


Figura 1. Hairline en uva de mesa. Fuente: Sciencedirect.

La diferenciación del sistema dérmico tiene lugar en todas las etapas del crecimiento del fruto (Considine y Knox, 1979). Después de la etapa II las células se diferencian nuevamente, adelgazando, hidratando y aumentando la plasticidad de sus paredes para el nuevo crecimiento en expansión. Cerca de la madurez, las paredes de las zona externa se engrosan un poco, mientras que las células del mesocarpio, directamente bajo la epidermis, sufren dilución (Gil, 200).

Las hojas y los frutos de las plantas superiores están cubiertas por una cutícula que separa los tejidos de la planta del medio exterior (Casado y Heredia, 1994). Su función es actuar como una barrera de protección contra hongos, reducir la pérdida de agua por evaporación y contribuir con el control de intercambio gaseoso (Audran, Brunet y Commenil, 1997).

Ohta et al, 1997, afirma que la partidura o cracking es producida cuando la tasa de crecimiento de la pulpa es mayor que la tasa de expansión de la cutícula y las partiduras ocurren cuando se excede el límite elástico como consecuencia de una alta presión interna, especialmente durante los períodos de rápido crecimiento de la fruta.

El rajado de la fruta es común en uvas de mesa y el daño se produce durante la elongación celular en estadio III (envero), coincidiendo con altas presiones hidrostáticas internas. Puede ser promovido por prácticas de irrigación, lluvias o durante el proceso de almacenamiento (Zoffoli, Latorre y Naranjo, 2007).

La extensibilidad de la piel es constante durante el período de crecimiento I y II. El crecimiento se incrementa a inicio del período III y cesa al final de este período.

La partidura de bayas es un daño físico que consiste en una ruptura de la cutícula de la baya en la epidermis e hipodermnis. La ruptura puede ser longitudinal o circular y presentarse a los largo de la baya o en la zona cercana al pedicelo. Se produce por un aumento de la presión de turgencia del fruto y la incapacidad de la célula de soportar dicho aumento. La partidura puede ocurrir entre pinta y cosecha como en post cosecha (Perez, 1999).

 El problema es más importante en variedades de cutícula delgada y bajo condiciones de alta humedad como con rocío o lluvia. En la Variedad de Thompson Sedles, es frecuente la aparición de una partidura cercana al pedicelo, llamada media luna (Harvey, 2000).

En zonas bajo riego las plantas están sometidas a frecuentes estrés hídrico que afectan procesos fisiológicos relacionados con la presión osmótica, turgencia y elasticidad de la pared celular (Pataks y Noisanks, 1998). Cuando existe presión de turgencia, hay expansión celular. Del mismo modo, cuando disminuye el potencial hídrico en el suelo, cae la presión de turgencia y hay una contracción del volumen de la baya. Si este ciclo de contracción y expansión de volumen ocurre de modo reiterado, se generan pequeñas lesiones a nivel de la piel que dan origen al llamado cracking que, en uvas de mesa durante la poscosecha, genera otro tipo de inconvenientes como podredumbres (Cirami, et al, 1998).

Es sabido que el contenido de humedad de las bayas produce cambios en su diámetro ecuatorial. Los potenciales hídricos de las plantas se modifican durante el día y la noche, por efectos de la temperatura, por variaciones en la tasa evapotranspiratoria y por modificaciones en los contenidos de humedad del suelo. Estos cambios, en el potencial hídrico celular,  son los que producen variaciones en el diámetro de las bayas (Creasy, 1997).

Las causas más comunes de hairline y cracking son humedad libre sobre la piel de la baya, condensación del racimo durante la post cosecha, variaciones de humedad en el perfil del suelo y desórdenes de crecimiento. Lluvias frecuentes cerca de cosecha, climas húmedos y deficiencia de calcio, contribuyen con estos tipos de daño (Longo, 1991).

Se demostró que una presión de turgencia de 15 atm es suficiente para producir rajado en variedades sensibles y 40 atm para variedades resistentes (Zoffoli, Latorre y Naranjo, 2007). Normalmente el daño aparece cercano al pedicelo de la baya.

La lluvia es el principal factor que genera este problema. Esta incrementa la presión de turgencia por el agua que haciende desde las raíces (Sekse, 1998).

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