Carta al Grupo de Gestión INTA
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Han transcurrido tres años, desde
que comenzamos a trabajar en este proyecto y, en lo que a mí respecta, fue un
tiempo muy rápido. Cuando pensé en este proyecto, me propuse trabajar junto a un
grupo de hombres y mujeres que pudieran crecer a nivel personal, humano e
intelectual. Quise sembrar un poco de curiosidad, el derecho a la duda y la
opción de decidir con juicios criteriosos. Quise sembrar la idea de empresa y
empresario y quise forjar sólidas bases que permitieran la construcción de
valores humanos, económicos, sociales y ambientales.
Antes de empezar con este rumbo,
pensé en las personas que me iban a acompañar en este viaje, quienes serían las
personas que se subirían al micro, quienes serían los que, junto a mí,
decidieran el qué y el cómo. Cada uno de ustedes tiene una cualidad única,
diferenciable y valiosísima, que les permitió subirse a este micro que hoy
conducimos todos. En un principio fueron más de 30 personas las que tenían un
potencial para esto. Hoy somos mucho menos, pero mucho mejores, ya que los que
estuvieron arriba y no pudieron afrontar los primeros pasos, se bajaron y hoy
siguen su rumbo, otro camino.
A lo largo de estos tres años,
traté de dejar herramientas intangibles, pero muy preciadas. Considero que el
conocimiento es la fortaleza y ventaja competitiva más valiosa que podemos
poseer. También se generaron lazos de amistad y de confianza, unos más fuertes,
otros más débiles, pero están, los puedo ver y evaluar a partir de hechos simples
y sencillos que se dan semana tras semana. Traté de generar un capital social,
entendido como una red de confianza en donde mis amigos, se transforman en
amigos de mis amigos y de este modo, es posible llegar a metas más grandes y
ambiciosas de las que podría lograr por sí solo.
Hoy estamos en un punto crítico,
hay una pequeña piedra en el camino llamada dinero. Esta piedra determinará
que, algunos de nosotros tropecemos, sin embargo, un tropezón no es caída.
Tenemos la oportunidad de que, estando juntos, si uno de nosotros cae, otro nos
podrá dar una mano. De todos modos, la vida me ensaño que, luego de una caída,
estando en el piso y dolorido, podré levantarme, siempre que exista un motivo
para ello. Quisiera, desearía, que ese motivo, motivo que hoy nos trae a estar
aquí reunidos, sea la confianza.
Ninguno de nosotros, hasta hoy,
ha adquirido objeto alguno a través de las actividades realizadas durante los
tres años del proyecto Jóvenes Emprendedores, más allá del conocimiento, los
contactos, las nuevas caras, las nuevas prácticas. Hemos conocido gente, hemos
tratado de aplicar herramientas de planificación y gestión, hemos debatido
temas varios.
A partir de hoy, TODOS, tenemos $
360.000 que serán el comienzo del segundo ciclo de trabajo y sobre los que
podremos invertir mucho más, si seguimos juntos. Este logro fue resultado de la
acción conjunta, no de la acción individual. Cuando decidí escribir el proyecto
de valor agregado a través de la producción de pasas, escrito por mis manos
laboriosas, no sabía cuál iba a ser el resultado. Hoy sigo sin saberlo. Ese
proyecto estuvo basado en estrategias conjuntas: aumento del poder de
negociación, aumento de los volúmenes de producción por asociación, aumento en
el valor del producto por industrialización, maximización de los recursos por
el uso de herramientas de todos. Nunca pensé en separar, nunca pensé en
dividir, nunca pensé en mí como individuo ni en ustedes como individuos, sino
en mí como parte de algo más grande y en ustedes como partes de un todo mucho más
grande. Este dinero no podría existir, de no haber estado juntos. Hoy no les
puedo asegurar, si de seguir trabajando juntos, mañana podríamos adquirir más
bienes, no lo sé. Sé que en el mundo, la buena intención de las personas que
deciden hacer cosas juntas, logra resultados maravillosos y sorprendentes. Yo
quiero ser parte de ese todo sobresaliente, quiero que todos seamos
sobresalientes y quiero estar del lado de la gente bien intencionada que desea
que todos crezcamos y seamos mejores de lo que fuimos ayer.
Los procesos de construcción
grupal son lentos, demorosos. Mi experiencia me enseñó que son necesarios más
de 6 años de trabajo para lograr que las personas establezcan lazos sólidos.
En el camino hay problemas, los
que deben ser afrontados y trabajados desde el análisis de la cruda y cruel
realidad. Es necesario atacar a los hechos tal cual son, enfrentarse con la
verdad, verla, reconocerla y admitirla.
Lo he dicho muchas veces “no
somos un grupo”, somos personas que nos estamos conociendo. Los grupos tienen
un pasado común, tienen objetivos comunes, tienen ideales comunes. Estamos
lejos de esta situación, pero no tan lejos. Mi deseo es que mañana seamos ese
grupo, que transitemos una parte de la vida juntos, que decidamos las bases del
mañana y que construyamos una sociedad mejor a partir de nuestro ejemplo como
seres íntegros y prósperos.
Los que hoy no tengan capacidad
para ponerse en el lugar del otro, para interpretar lo que es mejor para todos,
para encontrar la mejor opción de todos, para escuchar, para forjar esa sólida
base, para crecer, para encontrar lo que es bueno y mejor para el grupo, lo
lamentaré en mi alma, pero deberán bajarse de este micro y deberán seguir su
camino solos.
Quien de ustedes me diga que la
vida es fácil, mis disculpas, no así lo creo. Creo que en la vida hay que tener
mucha voluntad, voluntad para levantarse, voluntad para aprender, voluntad para
crecer. Creo que hay que esforzarse, creo que hay que ser riguroso con uno
mismo, creo que los blandos, los débiles, los permisivos, son personas que
están lejos de superar sus propias metas.
Los invito a seguir arriba de
este micro, los invito a que decidamos juntos un nuevo rumbo y a que me ayuden
a crecer y hacer crecer a otros.
Mis deseos siempre serán los
mejores, siempre quise que seamos los mejores y quiero creer en ello.
Por último, debo agradecer todo
lo que han dado, todas sus entregas, todo su tiempo y todo su esfuerzo.
Simplemente gracias, por haberme permitido ser parte de su camino.
Rodrigo Sebastián
Espíndola.
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